07 julio, 2007

Viudas de Champagne

Elisabeth Salmon
Es la dulce imagen, de profundos ojos, de rasgos angulares y sabios, que contrasta con la fiereza campesina de su esposo, Nicolas François Billecart.
La suma de sus viñas, 14 hectáreas, son la base de la maison Billecart Salmón,
fundada en 1818.
Y ella fue la mano hábil que preservó la marca cuando, a la muerte del padre, los dos hijos irreconciliables pugnaban por la sucesión. Así, Paul se hizo cargo de la bodega, y René, de los viñedos y, hasta hoy, a pesar de las vicisitudes y las crisis generales de la región que les obligaron a vender parte de las tierras, se mantiene con la misma vocación exportadora que nació, en manos de sus sucesores que colaboraron activamente en la creación del Bureau de Champagne, el corazón de la Denominación de Origen, en 1941.

Elisabeth Bollinger
La famosa marca nació en 1829 y se encumbró en las grandes mesas de Gran Bretaña. La viuda de la generación contemporánea, llamada cariñosamente por
todos Lily, se hizo cargo de la empresa desde las difíciles fechas de la preguerra, 1941, hasta su muerte en el 77. Activa y sonriente se ganó fama de anfitriona encantadora y siempre disponible, capaz de capear el temporal.de la dura ocupación alemana en Francia.
A ella se debe la apertura a nuevos mercados que se afianzaron con sus visitas personales, con viajes periódicos a sus agentes y clientes de todo el mundo.
No tuvo hijos, pero la marca conserva su carácter familiar. Hoy son sus sobrinos quienes presiden la sociedad y dirigen la bodega.

Suzanne Gosset Paillard
Es el alma y razón de la casa Gosset, una familia que durante dieciséis generaciones documenta sus viñas en Ay, en el corazón de Champagne. Casada con André, se hizo cargo de la bodega cuando él fue movilizado durante la primera guerra mundial y constituyó el pilar de la casa en los tiempos difíciles, cuando los bombardeos de la segunda guerra destruyeron la mayor parte de sus instalaciones.
Viuda desde 1955, dirigió la casa hasta su muerte. A ella se debe la lucida presentación del champagne rosado en botellas transparentes, algo que después incorporaron muchas otras marcas.

Mathilde Perrier
Durante treinta y ocho años, desde 1887, la viuda de Eugene Laurent endureció sus rasgos y su ánimo con pruebas muy duras. Muchos miembros de la familia
murieron o desaparecieron en la guerra. Las secuelas se tradujeron en unos momentos económicos delicados.
No era fácil sostener el nivel de una casa que antes del 14 producía y vendía seiscientas mil botellas anualmente.
Años después de su muerte sin herederos será otra viuda, Marie Louise de Nonancour, quien levante la empresa al borde de la quiebra, rescate las hipotecas y convierta el escuálido almacén en el que apenas quedaban 12.000 botellas en el lustre de la actual casa Laurent -Perrier

Yolanda Kunkelmann
La última viuda de la casa Piper-Heidsieck transmitió la dirección a su hijo François 1965. Por primera vez, en ambos se reunía la herencia y la dirección, ya
que la historia de esta gran bodega sin viñedos propios se alarga desde su fundación en 1777 en complicadas soluciones sucesorias y sociedades empresariales.
Yolanda tuvo por marido un marqués piloto de cazas que cayó en la segunda guerra mundial y acometió la dirección de la empresa con un nuevo marido
ajeno al negocio del vino, el General D'Ales. Un siglo antes, su antecesora, la viuda de Christian Heidsieck, resolvió el mismo trance con la habilidad de casarse con el socio de su marido, Henry Guillaume Piper, reuniendo así para siempre una de las etiquetas de Champagne más prestigiosas entre el público norteamericano,
quizá por su cada vez más estrecha implicación en el mundo del cine ya que es la copa con la que se brinda en la ceremonia de entrega de los Oscar, en la foto oficial del festival de Cannes y en retratos míticos de la mítica Marilyn Monroe.

Louise Pommery
Jeanne Alexandrine Louise Melin se casó con Louis Pommery en 1839, cuando
él se ocupaba de un almacén de fardos de lana. Con el capitalito de ambos trasladaron el negocio a un enorme inmueble con tres pisos subterráneos que había servido de prisión.Una cava que, al poco tiempo, cambió las pacas
por toneles y botellas rotuladas por la sobria y elegante etiqueta de Pommery
Viuda a los treintainueve años, se hizo cargo de la parte de su marido junto a otros dos socios, y comenzó una vida viajera como la mejor agente comercial y embajadora de la empresa.
En 1861 inauguró personalmente una distribuidora en Londres y, adivinando el gusto de la clientela, hizo que la casa abandonara la línea de vinos tintos para
dedicarse en exclusiva al Champagne. Esa misma previsión la llevó a dirigir la producción y crianza de bruts, en un tiempo en que se apreciaban champagnes muy cargados de licor de expedición, muy dulces.
El Pommery Brut 1874 se vendió con mucha dificultad pero, apenas un año después, el Pommery Nature 1875 se convirtió en un éxito indiscutible. Louise comenzó a comprar viñas y emprendió la obra de una nueva bodega; durante ocho años se excavaron 18 kilómetros de galerías y se puso en pie sobre ellas un bello edificio de estilo inglés. Las sólidas bases de una firma que hoy pone en el mercado anualmente seis millones de botellas nacidas de 300 hectáreas
de viñedo propio.
Su hija y sucesora se encargó de perpetuar la memoria, tan permanente como el cambio de nombre de la villa donde vivió, Chigny, que por su afición a cultivar
rosas paso a llamarse Chigny-les-roses por decreto oficial firmado en 1902.

Camille Orly Roederer
La casa había nacido con el nombre del fundador, Dubois, en 1776, pero fue su
sobrino y sucesor, Louis Roederer, quien la llevó a la fama, conquistando el mercado ruso y americano de la época.
Fueron los años dorados, cuando llegó a comercializar la cifra que hoy se mantiene
de dos millones y medio de botellas. Le sucedió su hijo del mismo nombre, pero
por un tiempo tan corto que sólo le dio tiempo de inventar el célebre Cristal.
Será su hermana Uonie quien se encargue de sostener el pabellón en los tiempos difíciles, cuando el comercio ruso se pierde por la revolución del 17. Y será su nuera Camille, viuda desde 1932, la que durante cuarenta y dos años dirija enérgicamente la firma, incrementando el viñedo que prácticamente la hace
independiente.

La Veuve Clicquot
Claro que no fue bautizada corno Viuda de Clicquot, pero este título eclipsó el nombre de soltera de Nicole Barbe-Ponsardin y se convirtió en el prototipo
y estandarte de las grandes damas de Champagne.
La casa había sido fundada por sus suegros en 1772 Y fue su marido François quien le dio alas, asociándose con un viajante activo y conocedor del mundo, Louis Bohne. Pero él no vivió para verla prosperar. Tres años después, en 1805, murió de fiebres malignas dejando una joven viuda y una hija de seis años, Clémentine.
A los pocos meses, la viuda amplía la sociedad con un buen conocedor del trabajo en bodega, Fourneaux, quien, después de unos años, creó sus propias cavas, las que hoy llevan la marca Taittinger.
Ella, que ya había demostrado arrojo al hacerse cargo de la empresa, se convirtió en el pilar único. Trabajadora infatigable, valiente y genial, acumuló inventos,
historias, anécdotas y riquezas incalculables.
A ella se debe el ingenioso utensilio para cambiar la inclinación de las botellas, los llamados pupitres de removido que, desde entonces, son la imagen inconfundible
de las cavas de espumosos.
Suyos son también los planos del epatante castillo de Boursault, un escenario de cuento de hadas que fue el regalo de boda a su hija. Y suya, la osadía de enviar un barco cargado de champagne a Rusia, en junio de 1814, cuando la guerra
amenazaba todo comercio. El éxito en las empresas la llevaron incluso a fundar un banco sólido y con excelente reputación.
Hoy su marca tiene acento español y catalán, en manos de Bodegas Torres, y forma parte de un grupo de lujo, LVMH, con Móet, Hennessy y Louis Vuiton.
Y la viuda, a despecho de sus tocas y su imagen monacales, encerrada en las botellas de inconfundible etiqueta amarilla, la viuda más alegre y más popular, la
que anima las mejores mesas del mundo entero.
Sin el título de viudas, otras mujeres completan el elenco de las grandes damas de Champagne.
Las fiestas de Anna Gould, la heredera americana más rica de su época, casada con Boni, de la antigua casa Castellane, han quedado entre los recuerdos míticos
de la región.
Marie Deutz, casada con Alfred Geldemann, convirtió en unión familiar lo que en la generación anterior fue razón social entre dos socios, la Maison Deutz, una
marca y una casa decoradas con encanto y lujo. Y dicen las crónicas que fue por amor.
La esposa de Paul Krug, que, durante el tiempo que él pasó en prisión por la primera gran guerra, sacó al mercado la añada mas célebre de la casa, el Krug 1915, reseñado una y otra vez por la literatura romántica de la época.
Mme. Benjamin Thomas van Bombergen, descendiente de la familia Móet, de Móet Chandon, que durante los años veinte encargó al arquitecto Gallot la transformación del chateau, una pieza sobria y bellísima residencia de la
familia y regalo para clientes e invitados.
La primera dama de la casa PoI Roger llevó una doble vida muy activa durante la
ocupación alemana en Francia. Activa y fructífera.
Su animada vida social y su deslumbrante vestuario, firmado por los grandes modistas parisinos, fueron el disfraz más eficaz para ocultar su labor como agente de la Resistencia. Así la conoció Churchill en el año 44, y así comenzó una relación que se prolongó hasta su muerte.
Churchill bautizó Pol Roger a su caballo favorito, y durante sus mandatos en el
gobierno, solo se bebía PoI Roger en el número 10 de Downing Streeet. La marca
se convirtió en la copa del protocolo británico. Más aún, cuando· el primer
ministro probó la primera copa del brut de la añada del 47 pidió -y, por supuesto, le concedieron- una reserva para el resto de su vida. Su amiga se la fue enviando regularmente.


(Publicado en Archigula Abril 1999)
Les Grandes Maisons de Champagne
FREDERIOLE CRESTIN BILLET
Glenat 1991