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¿Verdad
que usted sabe leer una minuta? ¿Incluso interpretándola "entre
líneas"? Si usted es capaz de contestar a mi pregunta con un sí valiente,
decidido, puede presumir pero si usted no se atreve a hacerlo, siga leyendo con
atención.
La minuta
tiene varios aspectos. Ante todo tiene un anverso y un dorso; pero tiene
también un aspecto culinario y otro que alcanza nada menos que a la historia de
nuestra imperecedera civilización, y en el peor de los casos también tiene su
lado bueno y su lado malo. Lo que seguramente le interesa al lector será el
aspecto culinario, mas espero que también sentirá un poco de curiosidad por lo
que se refiere a los elevados intereses culturales.
Y después
de este preludio siguen los platos fuertes, los asados, rotis y grillades al
horno o a la parrilla que se conocen bajo la denominación genérica de
"plats de resistance" aunque en rigor no hay nadie que se les
resista. Tras esto viene una larga lista de quesos de todos los olores y el
final lo constituyen los deliciosos postres. Una minuta tan desorbitada, que en
la jerga hotelera recibe el modesto nombre de La Grande Carte, puede hacer que
quien no la entienda se desespere o se muera de hambre. Para complicarle más la
cosas, la carta se escribe en francés y se llena con denominaciones fantásticas
en un "argot culinario galo-latino" capaz de causar las mayores
dificultades a un académico. Por ejemplo, ¿adivinarían ustedes que "Les
danseuses de la riviere" no son más que truchas au bleu? ¿o que una “selle
de presale chausseur”, es en la vida cotidiana un vulgar lomo de cordero con
setas? También una “galantine decoree demimonde” no puede ser confundida con
una escotada y galante demimondaine. Aunque tal señora sea muy atractiva, en
este caso es solamente una gallinita tierna, a la que se le han quitado los
huesos rellenándola de nuevo y dejándola bien adornada.
Naturalmente,
no siempre es la cosa tan difícil, pero a veces aún puede ser peor. Para
componer una comida razonable con esta importante hoja de doble folio a la
vista, hay que encararse con ella provisto del instinto de un Luculo, de la
astucia de un diplomático, de los conocimientos de un historiador y de la bolsa
de un magnate. Cierto es que existen algunas normas fundamentales. Así por
ejemplo, los “hors d'oeuvre fríos” se comen antes de la sopa; los calientes,
sin embargo, como también el pescado, se comen después. Los hors d'oeuvre fríos
es mejor comerlos solo a mediodía; por la noche se deben elegir hors d'oeuvre
calientes.
La
selección de la sopa depende de los hors d'oeuvre y del plato fuerte, y para
ello hay que tener en cuenta, por una parte, la sustancia básica y, por otra
parte la preparación.
Cuando se
ha elegido pollo, por ejemplo, naturalmente no podemos tomar antes caldo de
gallina, pero si hemos elegido un tournedos, no elegiremos caldo de vaca. Junto
a un plato preparado con crema de leche, no tomaremos una sopa a la crema, sino
un caldo. Si el primer plato consiste en pescado hervido, en el segundo plato
no se debe elegir carne también cocida, y viceversa, a un pescado frito no le
debe seguir tampoco carne igualmente frita.
En una
comida solo debe elegirse un plato de pasta de cualquier clase o que la
contenga. Por ejemplo, empanadas como hors d'oeuvre y mille feuilles de postre,
será una falta estilística tan grave como presentar el plato de queso después
de unos filetes a la vienesa cordon bleu. Lo mismo sucede si usted elige una
sopa crema de espárragos, y seguidamente, para el postre pide crema de
chocolate.
Incluso el
color de los manjares reviste su importancia. Si, por ejemplo, usted encarga
una mayonesa no debe pedir después una crema de vainilla, ni tras una sopa de
harina tostada un estofado con harina igualmente tostada; todo ello
comprometería mucho su reputación social y culinaria. Un hors d'oeuvre frió
exige siempre un postre caliente.
Por
consiguiente el modo de empleo más genérico de la minuta seria breve y
concisamente el siguiente: Nunca pidas dos platos que tengan la misma sustancia
básica, análoga preparación o idéntico color. Cada plato tiene que ser
completamente distinto a los otros que le acompañan.
El aspecto
cultural de la minuta es también interesante. En la Grande Carte los personajes
celebres de todos los siglos se dan cita. Allí se encuentran dioses, diosas y
reyes de la Antigüedad; emperadores y emperatrices de todas las dinastías;
famosos príncipes de la Iglesia y tristemente celebres cortesanas; artistas
talentudos y degenerados de todas las épocas y estilos; exploradores,
inventores, sabios; derrochadores geniales y aventureros dejados de la mano de
Dios, todos estos personajes aparecen en primer plano junto con los grandes
artistas de la cocina.
Donde
quiera que usted encuentre en una minuta el nombre de Florentine, piense que
aquel plato guarda relación con las espinacas; si se dice a la Dubarry,
entonces tendrá usted el placer de comer coliflor. Un plato a la Bruxelloise
ira siempre acompañado de coles de Bruselas; napolitaine, a su vez, indica que
hay macarrones. Potaje a la Portugaise es siempre una sopa con tomates, y todo
lo que suene a Parmentier, tiene alguna relación con las patatas, ya que el
buen Antoine Auguste Parmentier (1737-1817), farmacéutico de profesión,
contribuyo a la divulgación de la patata en Francia de modo decisivo. Por eso
si usted encarga una Salade Parmentier, no se asuste si halla tan solo una
simple ensalada de patatas. La garniture a la Vichy consta de zanahorias, y a
la Polonaise es la verdura en general, lo mismo coliflor que espárragos,
preparados con mantequilla caliente y miga de pan, vertidos sobre la verdura.
Usted debería saber que el calificativo a la chasseur solo quiere decir que
por aquel plato andan las setas.
Las judías
blancas como guarnición dan al plato el calificativo de a la Bretonne, y
algunos cocineros filarmónicos a veces dicen a la Mozart.
Los
espárragos como adorno, dan el nombre de Argenteuil, y exactamente igual se
llama la sopa de espárragos. Las puntas de espárragos, sin embargo, dan el
encopetado calificativo de a la Princesse. Potaje Saint-Germain es solo una
sopa de guisantes, la garniture a la Saint-Germain consta, pues, igualmente,
de guisantes. Se dice "a la tirolesa" cuando hay rodajas de cebollas
y tomates fritos; a la Baloise bastanlas cebollas. También la denominación
Marquise de Soubise va acompañada del olor de cebollas, pues tal señora
inventó el puré de cebollas, por lo cual el nombre de dicha dama aparece en
todo libro de cocina. A la Suisse, naturalmente, siempre guarda relación con
queso, y a l'Indienne siempre tiene que ver con el curry; a la Zurichoise, es
algo con cominos; a la Bernoise, en toda Suiza, es la denominación de un lento
y largo proceso de preparación. (Aquí tengo que hacer una observación, aunque
mis estudios no estén aun terminados del todo, y es que a la Grisonaise podría
ser una preparación parecida, si bien generalmente se trata de carne secada al
airee. El plato berries por excelencia en el fondo debería contener patas de
oso grillees, mas, como se sabe, los berneses no comen sus osos, tan solo los
miman y contemplan.)
Las bolas
berlinesas se encuentran también en muchas minutas. Se llaman así porque en
general son tan secas que tapan la boca incluso al mas charlatán berlinés. Si
usted tropieza con un Steak Hambourgois, desconfíe: se trata de un vulgar
beefsteak picado, que tiene muy poco de beef. En el fondo debería llamarse
filete a la Loreley, ya que "yo tampoco se lo que significa". (La
canción de la Loreley dice: ich weiss nicht, was soli es bedeuten. No se lo que
eso quiere decir...) Los Buenos cocineros hace tiempo llaman a todo plato
picado a la Pojarski. Este Pojarski fue un héroe nacional ruso que hacia
picadillo a todo el que se le cruzaba en el camino. Y con esto hemos llegado a
los rusos, pueblo que se distingue por dos cocinas completamente distintas: la
famosa cocina nacional con muchísimas especialidades, y por otra parte la
Hexenkeuche (cocina de brujas) política. Ensaladilla rusa en el sentido
gastronómico es una mezcla fina de patatas, nabos, guisantes, pepinillos,
alcaparras, lengua, jamón, mariscos y muchas otras cocas más. Un plato a la
Russe, en rigor va siempre adornado de caviar. Mas como el caviar es tan caro y
solo ejerce su influencia benéfica cuando se come en cantidades respetables,
los cocineros pesimistas, con razón, generalmente lo suprimen. Es lógico que
se llame a la carne completamente cruda a la Tartare, pero no comprendo por
que se dice "a la inglesa" a la carne semi cruda.
El que
quiera explicar al camarero que su beefsteak debe estar sangrando debe decir:
un beefsteak au bleu.
¿Conoce
usted ya a los hermanos del beefsteak? Primero deberíamos citar al pequeño tournedos,
que exactamente traducido querría decir "lomo giratorio". Mas, ¿quien
no pensará en lomo de cerdo? ¿Por que se llama así? Al principio esta pieza
del filete de ternera se cortaba muy gorda y se hacia en el centro de la misma
un corte profundo que casi la partía en dos, se sazonaba y luego se asaba,
dando vuelta a ambos lados, de ahí tal nombre.
Espero que
les baste esta explicación; o ¿acaso usted tambien es de los que creen que se
dice tournedos porque dado su tamaño reducido uno se lo puede tragar antes de
que el camarero nos vuelva al espalda?
El hermano
mayor del beefsteak se llama Chateaubriand. Tiene bastante peso, y eso le hace
creerse muy distinguido. Su padrino de bautizo fue el vizconde Francois Rene de
Chateaubriand (1768-1848), hombre famoso no solo por el gran trozo de carne que
perpetua su nombre, sino por sus obras literarias iniciadoras del movimiento
romántico, y más aun por su fiel amor hacia madame de Recamier. ¡Muy francesa
armonía de carne y espíritu! Mas no fue el mismo escritor el inventor del
filete así llamado, sino su jefe de cocina llamado Montmireil. (A cada uno lo
suyo.)
Todo el
que desee comer pescado, ha de saber en que consiste la preparación a la
Meuniere. A la Henri IV significa o bien algo con gallina o algo acompañado
con salsa bearnaise, pues a este rey francés se le conocía con el sobrenombre
del Veranees, de Béarne (Navarra francesa), su patria chica y, primera
propiedad.
A la
Bordelaise y a la Bourguignonne es siempre cosa que tiene que ver algo con vino,
esto es evidente. En la primera de ambas preparaciones se sirve una salsa de
vino tinto preparada con tuétano; en la segunda, con mantequilla. A la Mornay,
es un plato siempre espolvoreado con queso, por lo cual se necesita una salsa
bechamel.
Brillat-Savarin,
el famoso gastrónomo, se halla tambien eternizado en las obras de arte de la
cocina. Todo lo que lleva su nombre tiene tambien un adorno de menudos de becada.
La razón es que aquel celebre juez del extraño tribunal de apelaciones de que
ya hemos hablado, solía llevar un par de becadas muertas en la levita para
preparárselas después que habían hecho allí oscura cuarentena varios días.
Solo así adquirían el gout de la peau por el preferido. No se si tambien con su
redingote se hizo un no menos sabroso caldo.
Donde haya
trufas negras la comida se llama a la Perigourdine; las blancas, sin embargo,
dan el calificativo de a la Piemont, pues tal es la patria de este fruto de la
tierra con color de ajos, y consagrado a la diosa Venus.
Tema de
especial discusión en las grandes minutas de Francia es el homard a
l'Americaine, la langosta a la americana. A los aficionados a la langosta se
les sube la sangre a la cabeza apenas oyen esas dos palabras juntas homard y
americaine, y hasta ruegan al jefe de cocina en tono de jurado, que ponga a
este plato su verdadero nombre, es decir, Armoricaine. El entendido astuto se
sonríe placidamente, pues cree saber que este modo de preparar la langosta se
debería llamar a la Provençale, mientras que un señor panzudo capaz de seguir
sus antecedentes hasta los tiempos de Taillevent nos asegura que la receta
proviene de la Bretaña, y que todo lo demás es un simple error. Aquí tropezamos
con un problema de gran trascendencia, ya que si no podemos saber exactamente
como ha de llamarse el buen plato de langostas, menos aun sabremos comerlo. La
consecuencia es que ningún gourmand honrado tiene ya valor de confesar a sus
amigos que en Paris, por un buen homard a l'Americaine, sacrificó, la visita a
todos los cabarets y hasta a las turísticas caves existencialistas, pues ¿quien
podría decir con seguridad que no se reirían de él? Pues bien, a mi este
problema no me dejaba en paz y me siento en gran parte responsable de la paz
del alma de todos los gastrónomos honrados cuya confusión he contribuido a
crear. Por eso me lance en busca del enigma y he de confesar que no me faltaron
sorpresas. Mas de una vez recordé la frase clásica de una novela del Oeste:
"Sin ruido sonó un tiro y como si le hubiese tocado un rayo, el piel roja
traidor se desplomo lentamente de espaldas". Pues bien, de mi homard a
I'Americaine pasando por Armoricaine, Provenpale y Bordelaise, salio un homard
a l´Italienne.
Sacado de
Historia de la Gastronomía de Harry Schraemli.
Interesante
libro que entre otros debería ser leído por los amantes de este noble arte que
es la gastronomía
1 comentario:
Gracias por tu comentario en mi ensaladilla de los zares. Me ha encantado tu entrada, muy útil. La guardaré y, si no te importa, la citaré (a más de uno le vendrá bien). Recopilé una serie de trucos de cocina de diversas fuentes, bastante básicos pero creo que útiles. Supongo que los conoces, pero te dejo el link por si deseas opinar o añadir algo. Muchas gracias.
http://anoldgrumpandabeautifulperson.blogspot.com.es/2011/09/trucos-cocina.html
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